Invitación a soñar
No hay postal más típica del invierno que ya se acerca, que la fuerza de las olas al chocar contra las rocas, el susurro de la brisa del mar que poco a poco se va convirtiendo en un ensordecedor estruendo, acantilados tan profundos que parecen no tener fin, la espesura de la niebla que no permite mirar al frente, la de las finas gotas de agua que poco a poco van empapando allí donde tocan, y al fondo, casi sin inmutarse una luz intermitente que permanece impasible. Luces que han sido testigos de mil historias de piratas, de pecios que guardan grandes tesoros tras épicas batallas, de relatos de desapariciones y también de apariciones y leyendas de sirenas y extrañas criaturas.