En ruta por las carreteras del Priorat

Empinadas y bucólicas carreteras unen pequeños y misteriosos pueblos de esta comarca del interior catalán, en las entrañas de la provincia de Tarragona. La vid y el aceite, el amor por la naturaleza y la vida en el campo marcan a este conjunto de localidades que en total apenas suman 10.000 habitantes. Un mundo que parece anclado en el pasado, pero la realidad es que no hay zona vinícola en nuestro país que haya desarrollado un crecimiento tan potente en los últimos años como el Priorat, que debe su nombre a una historia plagada de leyendas que rodean a Santa María de Escaladei, considerada la primera cartuja de la Península Ibérica.

Nos remontamos a finales del XII, cuando el rey Alfonso el Casto donó unos terrenos para fundar una cartuja en tierras catalanas. La historia popular asegura que fue un pastor quien indicó el lugar exacto de su construcción en el sitio en el que los ángeles subían al cielo a través de una escalera, de ahí la consagración como Santa María de Escaladei. Además de leyendas, la comarca debe a los primeros cartujos la introducción del cultivo del vino en la región, que actualmente conforma la D.O. Calificada Priorat, donde un suelo plagado de llicorellas y minerales, alimento de las cepas, son origen de un vino vigoroso que hace las delicias de los amantes de la viticultura, en una zona que acoge también otra DO, más joven: Montsant, constituida en 2001 y que cuenta con 2.006 hectáreas de viñedos.

Ruta con encanto

La ruta por esta remota y encantadora región la podemos comenzar en su capital, Falset, a media hora de distancia de Tarragona. En un enclave montañoso (está rodeada por el Morral, la Roca Roja y la Sierra de Llabería), esta localidad de poco más de 2.000 habitantes atesora la porticada plaza de La Quartera, una de las pocas de Cataluña que está edificada en pendiente. Rodeada de antiquísimos porches, en ella nos encontramos el palacio de los Duques de Medinaceli, de estilo renacentista y erigido en 1630: es la actual sede del Ayuntamiento. Junto a él, la Casa Grande, donde se ubica el Consell Comarcal del Priorat: un edificio preciosista con una gran escalera de caracol, cubierta por una claraboya. En sus calles encontraremos también las nuevas tendencias vanguardistas que llegaron a Falset junto al movimiento cooperativista en los albores del s.XX. Fruto de esta unión es la bodega coorporativa de la ciudad, que presume de su arquitecto, César Martinell, padre del modernismo rural y discípulo aventajado del genial Gaudí. Junto a los vinos, las cocas mauradas,, los “castellets de Falset”, los ajos a la brasa y el pan de higos conforman una gastronomía enraizada en la tradición.

Viñas

De Falset podemos continuar hasta Porrera, por una carretera flanqueada por escarpadas laderas y que se extiende a lo largo del valle del río Cortiella, en cuya orilla derecha se sitúa el pueblo, famoso por el gran número de relojes de sol que se esparcen por su casco urbano y que marcan la ruta por una localidad en cuyos alrededores se localiza Mas Perinet, la bodega del cantautor Joan Manuel Serrat. Aquí podremos degustar coca de huevo, el rotllo ( roscón típico de San Blas), miel y butifarra. Tras Porrera, pasamos por Gratallops, emplazado en el centro de la comarca y donde se puede degustar sus famosos caracoles con conejo, además de visitar la ermita románica de la Consolación, situada en la cima de una colina precedida por un camino de cipreses que sale de la carretera que va a la Vilella Baixa, conocida como la Nueva York del Priorat. Y es que en Vilella Baixa las altísimas casas colgadas sobre el barranco de Scala Dei, al estilo de las de Cuenca. Cerca, Vilella Alta, para pasear por su calle Mayor y descubrir las aspilleras hechas durante las guerras carlinas, presentes en diferentes puntos del pueblo.

Priorat2

Descubriendo aldeas

Si conducimos hacia la montaña, nos toparemos con la aldea de La Morera de Montsant, que franquea la puerta de entrada a la sierra de Montsant, visible desde cualquier punto de la comarca y protagonista de la compleja orografía de la región. Un paraíso natural con los característicos “graus” (pasos estrechos para acceder a la montaña): grau dels Barrots, grau del Carabassal, grau del Carrasclet, grau de l’Agnet, grau de l’Espinós, grau de la Grallera i grau de Salfores entre otros. En el pueblo se pueden disfrutar de sabores locales como la sopa de brosses, la patata con bacalao, la “esqueixada” de bacalao o el pollo asado.
En el término municipal de La Morera encontramos la aldea de Escaladei, donde a tan sólo 1 km se pueden visitar los restos de la Cartuja de Santa María de Escaladei, el monumento y (origen) principal de la comarca. Tras su papel protagonista en el desarrollo de los pueblos de la zona, fue abandonada en 1835 con motivo de la desamortización de Mendizábal y actualmente pertenece al Museo de Catalunya. Se ha convertido en lugar de peregrinaje para contemplar de primera mano cómo era la forma de vida de las comunidades cartujas.

Podemos finalizar el recorrido por esta tierra marcada por las vides en Siurana, un pueblo que conserva vestigios del pasado árabe, con una fortaleza sarracena que recuerda que esta localidad fue frontera entre los reinos moros y cristianos. Sus casitas de piedra se alinean al borde de un acantilado calizo que vislumbra el vecino Montsant. Su trazado urbano nos transporta de nuevo a su pasado árabe (en el interior de la fortaleza se han halado los restos de una de las mezquitas más antiguas de Cataluña) y en el que se aprecian los recuerdos de la reconquista cristiana, cristalizada en la iglesia de Siurana, una de las pocas de estilo románico que se conservan al sur de Cataluña.

Montsant

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