Abril es el mes de la lluvia, ya lo dice el refranero, y también el de las flores. Es el mes de la vida, en el que las últimas nieves desaparecen formando miles de arroyos, alimentando a los ríos y desembocando en el mar. Alimenta verdes pastos y campos de cultivo dando luz y color allí por donde pasa. El agua es paisaje desde la nieve de las más altas cumbres hasta el mar en el que termina desembocando. Es quien modela la tierra y la roca a su antojo con su imparable fuerza. Sin descanso, forma acantilados; cataratas, chorros y reventones, playas y calas; remansos y pozas en las que refrescarse, en uno de los mayores espectáculos de la naturaleza.
¿Quieres descubrirlos? Estos son algunos de los mejores paisajes con agua que te encontrarás mientras viajas por España.
Maravillosas cascadas
Una de las mayores demostraciones de la fuerza y también de la belleza del agua son las cascadas donde parecen más vivas que nunca. Para visitar el salto de agua más alto de España hay que viajar al límite de la provincia de Burgos con la de Álava y, aunque, la mayor parte del año está seco, cuando las primeras nieves se empiezan a derretir en los hayedos vecinos el espectáculo comienza. Es el nacimiento del río Nervión, que justo después de cobrar vida, se lanza al vacío desde una altura de más de 300 metros hacia lo más profundo del Valle de Délica. Para hacerse una idea de su espectacularidad sólo hay que tener en cuenta un par de cifras: las famosas cataratas del Niágara sólo tienen 51 metros de altura y las del Iguazú, 82. Por supuesto, que la espectacularidad de estas reside en su caudal pero es un dato interesante. Desde el Mirador de Nervión la vista de impresionantes acantilados de roca viva que le acompañarán hasta su desembocadura en la ría de Bilbao simplemente sobrecoge.
Y hay muchas más como las que refrescan, salpican y dibujan el paisaje del Monasterio de Piedra (Zaragoza), del Parque Nacional de Ordesa (Huesca); las hermosas Cascadas de la Seimeira (Asturias), las de Chorrogil (Jaén) o las de Las Merindades (Burgos); y otros saltos como el de Colores (La Palma) o el reventón del nacimiento río Mundo (Albacete). Sin embargo, otros nacederos son más plácidos, tranquilos y, sobre todo, coloridos. Un río azul turquesa en Navarra lleva al límite de lo de dar color al paisaje para teñirlo a lo largo de sus poco más de 19 kilómetros de recorrido. Es el Urederra en Parque Natural Urbasa Andía que hasta confluir con uno de los principales afluentes del Ebro mantiene ese apacible tono en curso marcado por la profunda vegetación, los saltos y las increíbles pozas y remansos que hacen las delicias de los senderistas con la llegada del calor.
Ríos misteriosos
Ríos turquesas y lagunas negras cargadas de mitos y leyendas. De la que hay en Soria, a la sombra de los Picos de Urbión, se dice que no tiene fondo, que es tan profunda que a través de cuevas y galerías desemboca directamente en el mar. En realidad sólo tiene unos 8 metros de profundidad pero de difundir las historias se encargaron primero Pio Baroja y, poco después, Antonio Machado en su romance Los Hijos de Alvargonzález en donde la describe así:
Llegaron los asesinos,/hasta la Laguna Negra,/agua transparente y muda/que enorme muro de piedra,/donde los buitres anidan/y el eco duerme, rodea;/agua clara donde beben/las águilas de la sierra,/donde el jabalí del monte/y el ciervo y el corzo abrevan;/agua pura y silenciosa/que copia cosas eternas;/agua impasible que guarda/en su seno las estrellas./¡Padre!, gritaron; al fondo/de la laguna serena/cayeron, y el eco ¡padre!/repitió de peña en peña.
Las aguas subterráneas, aunque en apariencia más tranquilas, también, han estado rodeadas de enigmas para el hombre, y si además existen volcanes de por medio el misterio se multiplica. Esto es lo que sucede en los llamados Jameos del Agua de Lanzarote. Un túnel subterráneo de más de 6 kilómetros provocado por la erupción, tiempo atrás, del Volcán de la Corona y que hace parte de su recorrido bajo el océano hasta desembocar en el Atlántico; un lago interior singular formado por debajo del nivel del mar que se ha formado por la filtración de sus aguas; algunas aberturas en la galería en la zona más próxima a la costa; un buen número de leyendas; y el ingenio artístico de Cesar Manrique son suficientes para convertirlo en una de las principales atracciones turísticas de la isla. Para que la experiencia sea completa se recomienda visitar la Cueva de los Verdes también en el interior del volcán.
Precisamente en Lanzarote tiene lugar otro espectáculo del agua propio del origen volcánico de la isla como es el geiser de vapor del Parque Nacional de Timanfaya y que es capaz de convertir agua en vapor a más de 200º en tan sólo unas décimas de segundo gracias a la existencia de una cámara magmática situada a 3 kilómetros de profundidad. A kilómetros de distancia pero sin salir de Canarias en la Isla de La Gomera primero la viscosidad de las lavas al enfriarse lentamente y posteriormente la erosión de las aguas del Atlántico han dejado al descubierto un increíble paisaje de acantilados formados por columnas basálticas que como auténticos pilares descienden para incrustarse en lo más profundo dando lugar a apreciados fondos marinos. El paraje es conocido como Los Órganos por su similitud con los instrumentos musicales que llenan de melodías a iglesias y catedrales, y no tiene nada que enviarle a otras formaciones geológicas similares más conocidas como la Calzada de los Gigantes en Irlanda.
Y aún nos han quedado muchos rincones en donde el agua en cualquier de sus estados es la auténtica protagonista. Desde las marismas del Guadalquivir y de la Albufera de Valencia a las cumbres siempre nevadas de los Pirineos pasando por los circos glaciares de Gredos o la laguna Grande de Peñalara. Tampoco se deben olvidar las cientos de arenales que salpican el litoral porque España es sol, playa y, también, mucha agua.