Aquí no ha llegado aún el turismo de masas. Dicen que el secreto mejor guardado de Portugal se encuentra en el Alentejo portugués pero si se tuviera que precisar un poco más habría que decir que cuanto más cerca de la costa, mejor.
Cigüeñas equilibristas y una fauna rica marina, olas de infarto, postales y panorámicas de auténtico impacto, acantilados de vértigo, corcho hecho arte en mil y una formas, pueblos que huelen a sal y saben a mero, ríos tan limpios que parecen fundirse con el mar, sabrosos quesos, tiernas carnes, platos tan sabrosos que lo normal es que la boca se agua, la mejores playas de Portugal y, sobre todo, tranquilidad.
Para descubrirlos todos de una vez, desde el mismísimo Cabo de San Vicente hasta Sines, la localidad de Vasco de Gama, discurre la llamada Ruta Vicentina.
Un camino de con dos recorridos diferentes, el sendero de los pescadores que transcurre entre los acantilados de la costa y el tradicional de algo más de 230 kilómetros que permite descubrir lo mejor del Alentejo y todos sus secretos empezando por los paisajes.
Lo mejor del Alentejo portugués
Las cigüeñas equilibristas en el Alentejo Portugés. Hay habitaciones con vistas y a lo largo de la costa vicentina son muy buenas, de las que abarcan hasta el horizonte, pero las de las cigüeñas blancas del Cabo Sardao es llevarlo muy al límite.
De hecho, sus nidos son muy especiales porque son los únicos del mundo que no tienen tierra bajo sus pies sino que se sostienen directamente sobre el mar.
En realidad, sobre las finas paredes de roca viva que forman acantilados de más de 100 metros de altura, y desde allí, en torno al faro, se pueden ver en todas direcciones el océano Atlántico hasta donde el cielo se funde con el mar en un mismo azul.
Imposible encontrar un lugar mejor para anidar y luego echar a volar a alguna de las playas próximas como la de Cavaleiro. Más de un centenar de escalones primero de bajada y, que luego habrá que volver a subir, para llegar a un paraíso encajonado entre paredes tan verticales como las que las cigüeñas han elegido como su hogar en el Alentejo portugués.
¡Cuidado con las mareas, pueden hacerla desaparecer!
Los secretos mejor guardados de Portugal
Encantadoras villas y pequeños pueblos de pescadores con encanto. Porto Covo es uno de los lugares más simpáticos y pintorescos del Alentejo.
Un rincón al borde del Atlántico en el que todas y cada una de sus diminutas casas, perfectamente encaladas de blanco y los marcos de las puertas y las ventanas pintadas de azul, parecen querer darse la vuelta para asomarse a la inmensidad al Océano. Cada rincón merece una postal.
Frente a las ventanas, y a escasos 250 metros, surge de las aguas el islote de Pessegueiro.
Hoy abandonado pero rebosante de actividad en tiempos de los cartagineses (s.III a.C.) y posteriormente con los romanos donde elaboraban salazones de pescado. Aquí, de la pesca más que una forma de vida parece que han hecho todo un arte.
Para comprobarlo no hay más que sentarse en alguna de sus agradables terrazas para degustar unas sencillas sardinas asadas. Y lo mismo sucede en otras tantas localidades como Zambujerira do Mar o Vila Nova de Milfontes en la desembocadura del río Mira.
Ríos con playa y calas con arroyos
Vila Nova de Milfontes es uno de los principales centros turísticos de la Costa Vicentina en el Alentejo Portugués pero hay que olvidarse de todo lo que tiene que ver con el turismo de masas.
Con pocos más entretenimientos que el mar, es un lugar de descanso que huele a sal y sabe a mero o a bacalao.
A un lado las casonas de piedra del s.XVIII, la fortaleza que en otro tiempo protegía a la ciudad y un mirador que se cuelga sobre el mar, y al otro la increíble playa de Furnas, mitad salada, mitad dulce, y medio gélidas, medio cálidas.
Dividiendo ambas orillas, el estuario del caudaloso Mira, uno de los ríos menos contaminados de Europa, a través del cual, navegando río arriba, se puede llegar a la vecina localidad de Odemira.
Un espectáculo similar lo produce el río Ceixe cuando llega al mar dibujando un óvalo casi perfecto en la arena de la playa de Odeceixe.
El Alentejo Portugués es un auténtico espectáculo para la vista ver confluir el verde de las aguas dulces con el azul intenso del Atlántico. Por algo dicen que son las mejores playas de Portugal
Incompletas postales de corcho
A estas alturas del viaje, y mientras se va explorando hasta el último rincón de la Costa Alentejana en busca de sus más fabulosos secretos, más tarde o más temprano, cualquiera se dará cuenta de que algo falta en el paisaje.
Los árboles parecen haber perdido parte de su color y haberlo cambiado por uno más intenso y rojizo. A los miles de alcornoques del lugar les han despojado de la corteza de corcho que les protege.
Portugal es el mayor productor mundial y se puede ver en los escaparates de todas las tiendas. No sólo se hacen tapones para los excelentes vinos: bolsos, sombreros, corbatas, papelería, gorras, cuadros, postales y otros objetos inverosímiles. No es una tarea rápida.
Cada árbol debe tener un mínimo de 40 años y sólo se puede repetir la operación una vez cada diez. Otro excelente recuerdo del viaje por Alentejo pueden ser sus típicos quesos. Pequeños, casi de abrir y comer, sabrosos. De vaca, oveja, cabra o mezclas no los hay mejores ni peores sólo hay que probarlos.
Más sobre su gastronomía
Como tampoco hay que dejar de probar el resto de delicias de la gastronomía local. Los mejores sabores del mar y de los aromas más exquisitos del campo en una misma cucharada.
La gastronomía alentejana tiene como máxima comer lo que la tierra da y el pan, el aceite de oliva y las hierbas aromáticas como elementos fundamentales, y es algo que se ve nada más sentarse a la mesa. Raciones abundantes, platos contundentes, mucha brasa, y elaboraciones sencillas.
Tres recomendaciones: la ensalada de pulpo del restaurante Porto das Barcas (Vilanova de Milfontes), muy suave, tierno y con una ligera vinagreta; arroz tamboril con rape y muy meloso en el restaurante Joao (Longueira).
Aunque si se puede repetir otro día, no hay que dejar de probar el arroz de marisco con langosta; y la carne de cerdo a la alentejana que la preparan en salsa, con almejas y cilantro en una combinación única de aromas y sabores (Tasca do Celso, Vila Nova de Milfontes).
Lo mejor de todo, el precio y que apenas quedará hueco para el postre.
Playas portugesas con encanto
Y, por supuesto, playas. Las mejores de Portugal no se cansan en decir por todas partes. No es para menos, una vez que consigues que el frío de las gélidas aguas no te afecte.
Cuanto más inaccesible, más tranquila y esa es una norma común a lo largo de toda la suroeste. La verdad es que las hay para todos los gustos pero siempre con algunos elementos en común como la fuerza de las olas y del viento.
Perfectas, por tanto, para los deportes náuticos y, especialmente, para el surf. Lo bueno es que siempre encontrarás la pared de un acantilado para protegerte.
Algunas de las más conocidas son: Zambujeira do Mar, Mogavel, Figuerinha, Oliveirinha, Carvalhal da Rocha, Samouqueira, Furnas, Alteirinhos, y, por supuesto, Odeceixe. Pero hay muchas más, 110 kilómetros de Costa Vicentina, están esperando para que encuentres la playa perfecta,
Entonces ¿te animas a descubrir el Alentejo portugués?