Una pareja se acerca lentamente en su descapotable al borde de un precipicio y frena justo en el momento en el que los primeros granos de arena empiezan a caer al vacío; dentro del coche una mirada perdida en el horizonte, apenas se hablan, una risa nerviosa, una mano temblorosa que pasa por el encima del hombro; y… ¡la ciudad a sus pies! Lo hemos visto tantas veces en las películas que nos han hecho creer que no hay ciudad en Estados Unidos que no cuente con un mirador en el que sorprenderse y enamorarse con las luces de la ciudad.
Qué puedes ver desde ahí arriba
Allí, desde las alturas todo parece diferente, la realidad y los problemas más pequeños, el tiempo parece pasar más despacio, y el resto de las cosas son irrelevantes. Lo mismo sucede en lo alto de edificios emblemáticos como la Torre Eiffel en París, la Torre Perla Oriental de Shanghai, el Taipei 101, el Singapore Flyer (Singapur), la Torre Shard en Londres o el Empire State Building de Nueva York. Pero no hace falta viajar hasta tan lejos para vivir estas sensaciones. ¡Estos son los mejores miradores urbanos de España!
Por cierto, ¿sabías que a pesar de ser uno de los edificios más emblemáticos del mundo para muchos las vistas de Nueva York no son las del Empire State? La razón es muy sencilla desde su azotea algo le falta a la panorámica de La Gran Manzana y es, precisamente, la silueta de hormigón y acero al que un día trepó King Kong. ¡Mejor el Top of the Rock! En España pasa un poco lo mismo, mejor alejarse un poco como en Toledo e ir a uno de los muchos miradores que hay en la otra orilla del río Tajo.
La llamada Ronda del Valle ofrece la es, sin duda, la mejor perspectiva de una de nuestras ciudades más bellas y con más historia. Desde allí, en el centro del meandro que forma el río Tajo, es fácil perder la vista en sus cientos de calles, cuestas y callejones por los que árabes, judíos y cristianos han paseado a lo largo de los siglos. ¡Para no parar de hacer fotografías e intentar descubrir alguno de sus misterios!
En Madrid tampoco hace falta ir hasta alguna de las muchas azoteas que hay en el centro de la ciudad para disfrutar de su mejor panorámica. De hecho, esta se encuentra, aunque muchos no lo sepan, en el barrio de Vallecas y más concretamente en el Cerro del Tío Pío también conocido como el parque de las 7 tetas. Un espacio de laderas serpenteantes construido sobre un antiguo arrabal en el que destacan en el paisaje 7 suaves colinas en las que las verdes praderas parecen prolongarse hasta la ciudad.
Puesta de sol incomparable
Por su orientación el mejor momento para visitarla es al atardecer con la Sierra de Guadarrama al fondo y el cielo de Madrid llenándose de mil tonos anaranjados y rosados. Esta puesta del sol sólo es comparable a la que se puede vivir en el Templo de Debod pero no tampoco hay que olvidar que ¡De Madrid al cielo!, y hay muchas terrazas y azoteas para disfrutarlo: Círculo de Bellas Artes, Palacio de Cibeles, Eurostars Tower,… ¿Quién da más?
A todas estas panorámicas quizá les falte algo para ser perfectas, el mar. En Barcelona lo saben bien y por eso un buen número de sus mejores miradores miran siempre hacia el Este para que al fondo, en el horizonte, siempre aparezca el Mar Mediterráneo. Desde los coloridos mosaicos del Parque Güell al divertido y nostálgico Tibidabo la simétrica panorámica de Barcelona combina a la perfección los aires de modernidad y romanticismo que la hacen un lugar cosmopolita y sorprendente. Se mire desde donde se mire siempre hay algo en el paisaje urbano que descubrir y que, además, parece combinar siempre a la perfección con los azules del cielo y el mar.
La Torre Collserola diseñada por Norman Foster para los Juegos Olímpicos de 1992, las impresionantes miradores de la Sagrada Familia, la chimeneas de la Pedrera que parecen cobrar vida, la antigua Plaza de Toros convertida en Centro Comercial, el Castillo de Montjuïc, y, especialmente, el llamado Bunker del Carmel, son algunos de los mejores lugares para ser testigos de esta combinación. ¡Integración perfecta!
En Benidorm, si has oído bien, les gusta decir que tienen uno de los miradores más bonitos del mundo, el Balcón del Mediterráneo cuyas vistas abarcan hasta el horizonte en el azul del mar. Tal es la vista desde esta roca en la que se encontraba el antiguo castillo de la localidad que ya fue utilizado como punto de defensa contra los piratas berberiscos y argelinos pero desde este punto no se ve la ciudad. Queda a las espaldas de quien se asoma a su blanca balaustrada.
El Mirador de la Cruz, en el que por cierto ya no hay cruz, en lo alto de la Sierra Helada y al que se accede desde el Rincón de Loix, es el lugar desde el que se consiguen las mejores fotografías de la ciudad, de la pequeña bahía, de las mundialmente famosas playas de Levante y de Poniente, de los imponentes edificios y rascacielos, del pequeño casco antiguo, de las montañas próximas y hasta de la vecina localidad de Altea. Todo adornado de los colores más inquietantes de la puesta del sol para que se pueda disfrutar de Benidorm como nunca antes se había visto.
¡Vistas que quitan el sentido! Porque miradores hay en todas las ciudades, y no uno sino varios. Todos diferentes. Cada vez que vayas a una diferente a la tuya busca un lugar alto y disfruta de las vistas como las del Monte Igueldo en San Sebastián con parque de atracciones incluido, en Artxanda en Bilbao, en las modernas Setas de Sevilla, en el mirador de San Nicolás en Granada, en Peña Cabarga en Santander, en la Torre del Agua de Zaragoza, o en la noria gigante de la Marina Real Juan Carlos I en Valencia, entre otros muchos lugares. ¿Conoces algún otro lugar mágico desde el que contemplar y sentir la ciudad a tus pies? ¡Recomiéndanos alguno!